Mientras lo
veía de negro, vistiendo los restos de
su última sonrisa, durmiendo como siempre, durmiendo como si supiera que no va a
despertar mañana, durmiendo entre los muertos como si estuviera vivo, así como
caminaba entre los vivos como si estuviera muerto. Me queda el consuelo del
amor que me juro, así como juro que no lo haría. Ahora dudo todo, ¿Cómo pude
creer? Me juro que aquí estaría, pero se fue. Y solo me queda el consuelo de lo
que pudo ser, pues los recuerdos manchados de dudas no han de volver.
Todos me
dan el pésame, todos quieren que llore en sus hombros, todos me dicen lo bueno
que fue, pero ¿Qué tan bueno puede ser alguien que no ve a sus hijos nacer?
Alguien que para pasar el tiempo ve morir su fe en una taza de café. “Negro y
amargo como mi alma, como debe de ser” Eso decía él.
Odio ver a
las personas que lo amaron más que yo, sufriendo más que yo. Odio haber llegado
tarde, pero a tiempo para sufrir por él, para cargar lo peor de él, y lo haría de
nuevo y de nuevo sería un placer.
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